Esta pagina esta dedicada a los mitos de autores griegos y latinos sobre las principales deidades del mar en la antigüedad.
ATENEA Y POSEIDÓN PELEAN PARA LA POSESIÓN DE LA ÁTICA (APOLODORO, BIBLIOTECA, III, 177)
Κέκροψ αὐτόχθων, συμφυὲς ἔχων σῶμα ἀνδρὸς καὶδράκοντος, τῆς Ἀττικῆς ἐβασίλευσε πρῶτος, καὶ τὴνγῆν πρότερον λεγομένην Ἀκτὴν ἀφ’ ἑαυτοῦΚεκροπίαν ὠνόμασεν. ἐπὶ τούτου, φασίν, ἔδοξε τοῖςθεοῖς πόλεις καταλαβέσθαι, ἐν αἷς ἔμελλον ἔχειντιμὰς ἰδίας ἕκαστος. ἧκεν οὖν πρῶτος Ποσειδῶν ἐπὶ τὴν Ἀττικήν, καὶ πλήξας τῇ τριαίνῃ κατὰ μέσην τὴνἀκρόπολιν ἀπέφηνε θάλασσαν, ἣν νῦν Ἐρεχθηίδακαλοῦσι. μετὰ δὲ τοῦτον ἧκεν Ἀθηνᾶ, καὶποιησαμένη τῆς καταλήψεως Κέκροπα μάρτυραἐφύτευσεν ἐλαίαν, ἣ νῦν ἐν τῷ Πανδροσείῳδείκνυται. γενομένης δὲ ἔριδος ἀμφοῖν περὶ τῆςχώρας, Ἀθηνᾷ καὶ Ποσειδῶνι διαλύσας Ζεὺς κριτὰςἔδωκεν, οὐχ ὡς εἶπόν τινες, Κέκροπα καὶ Κραναόν,οὐδὲ Ἐρυσίχθονα, θεοὺς δὲ τοὺς δώδεκα. καὶ τούτων δικαζόντων ἡ χώρα τῆς Ἀθηνᾶς ἐκρίθη, Κέκροποςμαρτυρήσαντος ὅτι πρώτη τὴν ἐλαίαν ἐφύτευσεν.Ἀθηνᾶ μὲν οὖν ἀφ’ ἑαυτῆς τὴν πόλιν ἐκάλεσενἈθήνας, Ποσειδῶν δὲ θυμῷ ὀργισθεὶς τὸ Θριάσιονπεδίον ἐπέκλυσε καὶ τὴν Ἀττικὴν ὕφαλον ἐποίησε.
«Cecrope, autóctono, que tenia cuerpo mixto de hombre y de serpiente, fue el primer rey de la Ática y del nombre de esta llamó Cecropia la tierra que esta antes, Atte. en estos tiempos se dice que a los dioses pareció oportuno ocupar algunas ciudades, en las que querían tener cada uno sus honores. Entonces llegó por primero a la Ática Poseidón y habiendo dado un golpe con el tridente en el medio de la acrópolis, dió lugar a la mar que ahora llaman Eretteide. Después de el llegó Atenea y, con Cecropetestimone como testigo, plantó un olivo que todavía se puede ver en el Pandroseión. Nació entonces una pelea por el territorio y después de haber calmado Poseidón y Atenea, Zeus asignó como jueces del asunto no Cecrope y Kranaos, ni Erisicthón, sino los doce dioses. Sobre la base de sus decisiones la tierra fue considerada propria de Atenea, habiendo tenido como testigo Cecrope de haber plantado el olivo. Entonces Atenea sobre la base de su proprio nombre llamó Ateneas la ciudad y Poseidón guiado por la cólera inundó la llana Triasia y sumergió la Ática.»
LA INTERVENCIÓN DEL DIOS TRITÓN EN LAS ARGONAUTICAS DE APOLONIO DE RODAS (LIBRO IV)
«Es hora ya de aparejar la nave,A izar la vela el Céfiro convida; ¿Pero la puerta del canal quién sabe Que del lago a la mar presta salida ? De los demás por la estrechez no cabe Y va de un lado al otro distraída, A diestra y a siniestra, como loca Buscando salvación de boca en boca. A víbora semeja, que en la sierra De los rayos del sol buscando abrigo. Silba, se arrastra, se enfurece y yerra Hasta que encuentra natural postigo En la montaña que árida la encierra. Por donde sale a su rincón amigo Chispas de fuego lanza de los ojos Y el Sol esmalta sus matices rojos. Así vacila el Argo, hasta que Orfeo Manda sacar la trípode preciosa De Apolo, y ofrecerla cual trofeo A los Dioses de Libia la arenosa. Al buen Tritón aplaca el don Febeo Que de doncel bajo la forma hermosa Se les presenta, y un terrón arranca Diciéndoles con voz sonora y franca: «Tomadlo: este es mi don hospitalario, Prenda de paz y de amistad sincera Al que viene a mi reino solitario; Mas si salir quisiereis mar afuera, Yo os mostraré de hacerlo el modo vario. El dios Neptuno, que en el mar impera, Mi padre fué, y Eurípilo es mi nombre, Si soy perito en mares no os asombre. Avanza, y el terrón recibe Eufemo, Y así le dice: «De la mar de Minos Y la tierra de Pélope, el supremo Hado nos trajo, y la tormenta. Dinos Si podremos sacar a vela o remo La nave, hasta los mares convecinos. En hombros, a través del continente, La trajimos, sin luz que nos oriente.» Respóndele Tritón: «¿Entre la bruma Dos escolleras veis en lontananza Que hace brillar la blanquecina espuma? Es la boca del lago. Desconfianza No os cause su estrecheza, porque suma Profundidad y gran calado alcanza. Ya fuera, el ancho mar os dará acceso A Creta y al feraz Peloponeso. «Viraréis a estribor, la marejada Que os empuja a alta mar aprovechando Y seguiréis la costa, si orientada La. notáis hacia el Norte; pero cuando Por otros rumbos la miréis desviada, Dejadla, y evitado un cabo pando Muy peligroso; pero siempre avante Y siempre a la derecha, id adelante. «Vuestros trabajos aceptad con gozo, Que donde hay juventud, hay alegría. Adiós.» Termina así el gallardo mozo, Y la legión, que ya zarpar ansia, Torna a embarcar henchida de alborozo. Tritón penetra en tanto en la bahía Armado con la trípode de Febo, Y se le ve desparecer de nuevo. Contenta a la legión su vista deja, Conoce que aquel don lo hará propicio Y a Esónides unánime aconseja Que, en gratitud por tanto beneficio, Inmole al Numen la mejor oveja Rogándole que acepte el sacrificio. La víctima el Caudillo sacrifica, Y con esta oración la santifica: «Escúchanos, oh Dios, quienquier que seas, Ya te llamen Tritón, del mar portento, Del piélago las bellas semideas, Ya Forcis o Nereo; tú que aliento Nos diste entre las Líbicas mareas En donde tienes tu imperial asiento Concede que la patria al fin salude A esta legión que a tu socorro acude.» Diciendo! así, la víctima expiatoria Esónides degüella, y en el seno La sepulta del mar, propiciatoria. De sus profundidades, sin ajeno Disfraz, Tritón augusto, de su gloria En todo el esplendor, surge sereno. Su cuerpo, de cintura para arriba, Representa de un dios la imagen viva; El resto es de un enorme ballenato, Claro el color, elástica la espina; De la naciente luna fiel retrato, La cauda en semicírculo termina De la palmera el movimiento grato A sus aletas da, cuando camina: De proa a popa lanza una mirada, Y al lado de estribor airoso nada. Cual domador, que el potro predilecto En el circo ejercita a la carrera Marcha a su lado, en ademán perfecto, Y ya se le adelanta, ya lo espera, Lo azota, o lo acaricia con afecto Y por la crin lo aferra, de manera Que sin sentir la mano que lo rige La pista y paso que conviene, elige. Así Tritón, asido de la quilla Con la siniestra mano lleva el Argo. Ya, previsor, la aleja de la orilla; Ya de la costa empújala a lo largo Mientras en alta mar el sol no brilla Cumple de guiarla su glorioso cargo Pero, no bien de la laguna emerge El Dios inadvertido, se sumerge. Detiénense los nautas en un puerto Que nombran Argo; y rústicos altares A Tritón y Naptuno de concierto Erigen por sus gracias singulares. Siguen de pronto el litoral desierto, Mas cuando empienzan a rizar los mares Las gratas brisas del ansiado Noto, Rumbo al Norte bogar maEl dragón que custodia el velo de oro expulsa al héroe Jason (vajilla ática 340-330 a.C. Musee du Louvre)
nda el piloto.»